¡Hola penfriend1 !
Dicen que no hay que volver a los lugares donde fuiste feliz, que es mejor no tentar a la suerte, que los recuerdos se conservan mejor sin reencuentros. Pero hace unas semanas volví a Siena, una ciudad que conocí en 2007 y que recordaba con cariño. En mi memoria era un lugar de calles empedradas, fachadas rojizas y un ambiente casi de cuento. Ahora, tantos años después, me ha parecido aún más espectacular.
A veces, cuando viajamos, sentimos la necesidad de verlo todo, de tachar destinos de la lista sin mirar atrás. Pero hay algo hermoso en regresar. No solo cambia la ciudad: también cambiamos nosotros —nuestras perspectivas, nuestra forma de observar, el ritmo con el que nos dejamos llevar—. Siempre me ha parecido fascinante cómo un mismo lugar puede sentirse distinto dependiendo del momento vital en que lo visitas.
Incluso me pasa con sitios nuevos: si sé que voy a volver, desaparece esa presión por exprimir cada minuto. Me doy permiso para ir más despacio, para perderme sin culpa. Porque el viaje, al final, no es solo el destino, sino también el ritmo con el que lo recorres.
Siena es una de esas ciudades que parecen detenidas en el tiempo, y que sin embargo viven con intensidad. No se entiende sin sus contrade2 (los barrios), sin su orgullo vecinal a flor de piel y, por supuesto, sin el Palio. El Palio —la carrera de caballos más intensa del continente— dura apenas un suspiro, pero lo que lo rodea —las banderas, los ensayos, los nervios colectivos— es lo que da a esta ciudad un pulso propio. Aunque no vayas en época de carrera, el espíritu se respira igual. Aquí no se trata solo de ver cosas bonitas, sino de sentir cómo late un lugar que no ha dejado que el turismo diluya su carácter.
Volver a Siena me ha recordado que no todos los reencuentros decepcionan. A veces, al contrario, te reconcilian con la memoria y te abren nuevas capas del mismo lugar. Como si la ciudad, igual que tú, también hubiera estado esperando ese segundo encuentro.
¿Y tú? ¿Vuelves a los sitios donde fuiste feliz?
Explorando desde casa 🗺
🍝Sabores del viaje: Los Ricciarelli, unas galletas de almendra suaves y aromáticas típicas de Siena.
🎶Notas viajeras: "Con te partirò" de Andrea Bocelli. Un himno al viaje, a las despedidas y los reencuentros, cantado por una de las voces más emblemáticas de Italia.
🗿Tocando el mundo: No suelo comprar apenas souvenirs ni regalos (sin contar postales, claro) pero esta vez traje unos jabones maravillosos.
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penfriend: se trata de una persona con el que uno se cartea, un contacto epistolar.
distrito dentro de una ciudad italiana
Vemos cada lugar con la mirada de la persona que somos en aquel momento. Y al mismo tiempo, cada lugar tiene sus variaciones, según el momento del año en el que lo visitemos. Coincido que es lindo volver, porque siempre podemos descubrir algo nuevo!
Creo que está buenísimo regresar al lugar donde fuimos felices, porque ni el destino, ni nosotros somos los mismos. Cambios tan simples como una estación del año hacen que un lugar sea absolutamente diferente.
Hermoso ese reencuentro con Siena, de las ciudades más bellas de Italia (aunque debería conocer todas las ciudades para poder afirmarlo 🤣).