¡Hola, penfriend1!
En este último viaje, me he quedado bastante impactada por la obsesión actual por las fotos "instagrameables". He visto a guías subirse a árboles para conseguir la mejor perspectiva, chicas bajando a la playa con vestidos de noche, jovencitas posando como si fueran modelos profesionales, durante horas y parejas que se hacían un book de fotos en cada paisaje. Fue alucinante y, al mismo tiempo, un poco patético.
Lo que más me ha fascinado y entristecido es ver a tantas personas buscando la foto perfecta, posando meticulosamente sin siquiera mirar el paisaje que tienen delante. Estaban tan preocupados por hacer una foto bonita para subir a las redes y conseguir likes, que parecían olvidar la verdadera esencia del viaje: disfrutar del momento y el lugar.
Instagram ha cambiado tanto la manera de hacer fotos que, cuando pides a alguien que te tome una, casi siempre la hacen automáticamente en vertical. Esta red social ha transformado la forma en que miramos el mundo y cómo lo fotografiamos.
Nosotros, en cambio, decidimos viajar con una cámara desechable (además de la digital, claro). Casi todas las fotos que hicimos se las pedimos a gente que nos encontramos y no repetimos ninguna digitalmente, lo que añadió un toque de misterio y emoción al recoger el carrete revelado. Admito que corrimos el riesgo de perder algunas fotos chulas, y de hecho, eso nos pasó en más de una ocasión. Hubo bastante gente que no había visto una cámara así en su vida y puso su dedo estropeando la foto.
Después de tres semanas de viaje, he hecho casi 2000 fotos. Hace 20 años, tal vez hubiéramos llevado unos tres carretes, a 36 fotos cada uno: 108 fotos en total. La décima parte. Si hubiéramos tenido solo carretes, habríamos tenido unas cuatro fotos por día, con la digital he hecho unas 90. Abrumador.
Esta experiencia me ha hecho reflexionar sobre cómo la inmediatez y la abundancia de la tecnología a veces nos hacen perder la esencia de capturar momentos especiales. Al limitarme a una cámara desechable, he aprendido a valorar más cada imagen, a ser más consciente del momento y a disfrutar la sorpresa de ver el resultado final semanas después.
Quizás deberíamos tratar de recuperar un poco de esa magia perdida, disfrutar más del presente y menos de la búsqueda de la foto perfecta para las redes sociales o la acumulación de millones de fotos que jamás volveremos a mirar.
Recuerdos analógicos,
M.
PD: La postal de hoy es una de las fotos de la cámara desechable, nada mal ¿eh?
penfriend: se trata de una persona con el que uno se cartea, un contacto epistolar.
Totalmente de acuerdo Marta! me pasa últimamente en todos los viajes y en los conciertos, la gente no disfruta nada de los conciertos solo a través del móvil, y siempre me pregunto, ¿volverán a ver esos vídeos que graban? o serán solo para redes sociales? Me da mucha pena. Por esto quizás las cámaras analógicas están tan de moda ahora, ¿no crees? para los que queremos un poco de contención fotográfica, jajaja Me abruma muchísimo tener tantas fotos de los viajes. También te digo me estoy pasando al otro lado y casi no hago fotos, jajaja.
¿Y si en lugar de hacer tantas fotos, solo guardásemos el recuerdo de ese viaje en una? Y el resto en nuestra mente. No sé si tu trabajo te exige fotografiar todo, me ha gustado mucho tu publicación porque la vivo a diario, aunque no esté de vacaciones. Es retratar cada instante que vives. Y cuando veo a las personas hacer fotos sin ton ni son me parece ridículo. No sé por qué nos cuesta tanto mantener nuestra vida en privado. ¿Por qué necesitamos la aceptación de los demás? ¿Su visto bueno nos hace mejores? O solo nos sirve para calmar la ansiedad y el ego?
Muchas gracias por tu publicación.
Un abrazo